«Siempre pensé que el ébola, en comparación con el sida o la malaria, no representaba un gran problema», comentó Piot, un trabajador del laboratorio de Amberes al que en septiembre de 1976 un piloto de Sabena Airlines llevó muestras de sangre de una enfermera belga que acababa de caer víctima de un misterioso virus en Yambuku, una remota aldea del norte del entonces Zaire (ahora República Democrática del Congo).
«Desde el principio esta epidemia se caracterizó por múltiples factores muy desventajosos. Algunos de los países involucrados estaban saliendo de devastadoras guerras civiles, muchos de sus doctores habían huido del país y sus sistemas sanitarios estaban en ruinas. En 2010 en toda Liberia había 51 médicos y desde entonces muchos de ellos han muerto a causa del ébola», opina el científico belga.
Desde su punto de vista, contribuyó también el hecho de que el brote empezó en la zona fronteriza entre Guinea, Sierra Leona y Liberia, densamente poblada y con una gran movilidad de población. Como resultado, ha sido casi imposible identificar y localizar a las personas que tuvieron contacto con los infectados. Otro factor es que los muertos deben enterrarse en sus ciudades y aldeas natales, lo que comporta que cadáveres con ébola altamente contagiosos cruzaban las fronteras en camionetas y taxis convencionales.
Otro motivo para la preocupación, según Piot, es que el virus llegó a metrópolis como Monrovia (Liberia) y Freetown (Sierra Leona), donde es prácticamente imposible localizar a los enfermos. «Es por eso que me preocupa tanto Nigeria. En ese país hay ciudades como Lagos y Port Harcourt, y si el ébola empieza a propagarse en ellas será una catástrofe inimaginable», destaca el médico.
Advierte, además, de otro riesgo: la posibilidad de que la epidemia llegue a Asia. Los catalizadores serían el gran número de ciudadanos indios que trabajan en el comercio o la industria en África Occidental. «Si solo uno de ellos resulta infectado y regresa a su país durante el período de incubación, se siente mal y va a un hospital público allí… los médicos y los enfermeros en la India a menudo ni siquiera llevan guantes protectores: se infectarían de inmediato y el virus se propagaría por todo el país muy rápidamente»
«Creo que ahora no tenemos otra opción que intentar cualquier estrategia, realmente cualquiera. Está bien que EE.UU. y otros países finalmente empiecen a ayudar. Pero Alemania o incluso Bélgica podrían haber hecho mucho más. Una cosa debería quedar clara a todo el mundo: ya no se trata simplemente de una epidemia. Estamos ante una catástrofe humanitaria (…). Una epidemia así puede desestabilizar regiones enteras. Solo queda esperar que podamos tomarla bajo control. Realmente nunca pensé que pudiera llegar a alcanzar esta magnitud», concluye el científico.
Fuente: RT | Excepto imagen de portada